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El Periódico de México | noticias de méxico



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Evangelio, Lucas 9:7-9

“Quería ver a esa persona”

En aquel tiempo, cuando Herodes el tetrarca se enteró de todo esto, quedó perplejo y algunos decían que Juan había resucitado de entre los muertos. Otros decían que Elías había aparecido. Y otros dicen que uno de los antiguos profetas resucitó. Herodes dijo: “He decapitado a Juan. Entonces, ¿quién soy yo para oír esas cosas? Y yo iba a conocerlo.

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“Nadie que verdaderamente busca a Cristo ha quedado decepcionado”.

F. Fernández Carvajal

I. En el Evangelio de la Misa, San Lucas dice que Herodes quería encontrar a Jesús. Estaba buscando una manera de encontrarse con Jesús (Lucas 9:7-9). A menudo oía hablar del Maestro y quería conocerlo. Por los evangelios sabemos que mucha gente quería ver a Jesús. Meditar en Él, conocerlo y tratar con Él son también nuestros mayores deseos. Nada se puede comparar con este regalo. Herodes lo mantuvo tan cerca que no sabía cómo ver al Señor. Jesús está vivo y muy cerca de nuestros asuntos cotidianos. Pero debemos purificar nuestra mirada para meditar en Él. Su rostro amable siempre será el principal motivo para que te mantengas fiel en los momentos difíciles y en las tareas cotidianas. Le hablaremos muchas veces. Señor, siempre buscaré tu rostro en todo.

II. Nadie que haya buscado verdaderamente a Cristo ha quedado decepcionado. Herodes intentó verlo simplemente por curiosidad y capricho… No encontrado. Se alegró mucho cuando Pilato lo presentó durante la Pasión… Porque quería verse realizando algún milagro. Hizo muchas preguntas, pero Jesús no dio respuesta (Lucas 23:8-9). Jesús no le habló. Porque el amor no puede decir nada ante la frivolidad. Él viene a nuestro encuentro para que podamos entregarnos y vivir a la altura de Su infinito amor. Vemos a Jesús siempre presente en el sagrario cuando buscamos purificar nuestras almas a través del Sacramento de la Confesión, cuando no permitimos que riquezas temporales o incluso legítimas llenen nuestros corazones con la finalidad de su existencia. Meditar en la santísima humanidad del Señor, fuente de amor y de fuerza, será de gran beneficio para nuestras almas.

III. Un día veremos al Cristo glorioso, lleno de majestad, que nos recibirá en su reino con la ayuda de la gracia. Lo reconoceremos como un amigo que nunca nos decepciona y nos esforzaremos por tratarlo y servirlo incluso en las cosas más pequeñas. Ya estamos con Jesús hasta el fin de los tiempos. En la Eucaristía descubrimos la perfección de Cristo. Su cuerpo glorioso, su alma humana y su persona divina se hacen presentes a través de las palabras de consagración. A veces nuestra miseria y falta de fe pueden hacer que sea difícil comprender el rostro bondadoso de Jesús. Es entonces cuando debemos pedir a Nuestra Señora un corazón puro, un semblante claro y un mayor deseo de purificación. Jesús, que ahora estás escondido, te pido que concedas lo que deseo. Para que cuando veamos tu rostro ya no oculto, veamos tu gloria y nos regocijemos. (Himno Te Amo, Te Dedico).

JMRS

Acerca del autor de la publicación

mario kiton

Periodista con más de 12 años de experiencia, se especializa en noticias de última hora y escribe artículos sobre tendencias del mercado. Me encanta explorar noticias desde diferentes ángulos para aumentar la participación de la audiencia. Mis pasatiempos incluyen explorar nuevos lugares, viajar, ver películas, pasar tiempo con amigos y familiares, ver series web y jugar cricket y fútbol. Graduado de la Universidad de Corea con Diploma PG en Periodismo del IIMC. Puede contactarlos fácilmente a través de plataformas de redes sociales.


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